jueves, 10 de abril de 2014

EL SHERRY FESTIVAL, una iniciativa VORS.

Los cazadores de tendencias están de enhorabuena. La última es el Jerez, el vino “viejuno” que, según me comentaba una comercial de bodega, “es lo que bebéis ahora todos los que estáis en el mundo del vino”. El Sherry Festival fue la prueba, con 600 personas del medio respirando el denso aroma a sacristía que se concentraba en el Hotel Wellington el pasado 8 de Abril. Todos muy apretados pero muy contentos de poder beber -era una cata, pero no se escupió mucho- unos vinos jerezanos que podríamos decir “nuevos”, porque las casas están sacando la artillería que guardan en las botas viejas. Las líneas VOS y VORS, los extraños vinos de añada y las tiradas de bota única nos traen de vuelta el glamour perdido en los años de la industria. Estas especialidades, los verdaderos tesoros del marco, fueron las estrellas del salón, no las conocidas marcas comerciales, algunas de enorme altura a precios populares.


A la vez, la experiencia de salinidad atlántica bañada en levadura que es beber el fino y la manzanilla en su paisaje, está siendo trasladada con éxito a las barras urbanas. Jerez es lento, no existen vinos jóvenes y los mejores envejecen largos años. Los cambios tardan en verse, pero los progresos en viticultura y bodega de las últimas décadas se aprecian con claridad en la nueva raza de finos “en rama”, que tienen potenciado ese factor terruño -hoy vital- y buscan diferenciarse más que parecerse. Y tienen una enorme ventaja comercial frente a los vinos “normales”: no hay una añada, sino cuatro sacas al año. Perfecto para los freaks.

Las ponencias del Sherry Festival estuvieron saturadas y la organización las dobló para acoger al máximo de asistentes y, aún así, se quedaron cortos ante la demanda. “Los Vinos de Jerez en la Gastronomía” fue el primer taller, que creó una gran expectación entre los restauradores. Se trataba de armonizar un repertorio de los vinos genéricos del Consejo Regulador con distintos geles de sabores. Fue una experiencia divertida y, para muchos, muy reveladora.



Pero la cata de finos y manzanillas en rama que dirigió Beltrán Domecq por la tarde fue de lagrimón: una sesión de vinos enormes y emocionantes, que desdice la supuesta homogeneidad de este estilo. Son blancos purísimos que revelan una viticultura del Palomino que no conocíamos. Las nuevas técnicas bodegueras permiten, a su vez, que unos vinos tan auténticos sepan igual a cientos de kilómetros de la viña.


Cata de VOS y VORS impartida por Cesar Saldaña, director del Consejo Regulador de jerez
Después de esta traca, la última cata, dedicada a los VORS y coordinada por César Saldaña, fue magnífica pero, quizás, menos sorprendente. Pero faltaría a la verdad si no contara que alguno emocionaba, y mucho.  En mis copas brillaron el Amontillado Napoleón de Hidalgo-la Gitana -muy sanluqueño, muy espíritu de Manzanilla- y el “Don Gonzalo” de Valdespino, un oloroso de otra dimensión, sofisticado y profundo, con un intrigante manejo del dulzor por la concentración del tiempo en un vino seco.


Luis Vida

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