jueves, 24 de abril de 2014

LOS VINOS DE al-ANDALUS


Andalucía ha sido siempre tierra de vinos y ha visto pasar a todas la civilizaciones, dominaciones y culturas y ninguna de ellas, sin excepción, manifestó insensibilidad hacia la vitivinicultura de la Bética, todo lo contrario. Aunque parezca paradójico no fueron los árabes, sino un Decreto de Domiciano (año 92), el que dispuso las prácticas obligatorias “de arranque definitivo del viñedo”, adelantándose algo a las actuales medidas comunitarias y a la minoración del viñedo de Ceret, hoy Jerez.

Andalucía y sus vinos, desde que se constituyó la BÉTICA, desde la cultura árabe de al-ANDALUS, hasta nuestros días, ha sido ejemplo de variedades autóctonas, de vinificaciones propias, de vinos tipológicos de elaboración mediante sistemas exclusivos, ejemplo de comercio a gran escala, de exportaciones caudalosas, cuyos restos testimoniales encontramos en vasijas, ánforas vinarias, hornos y talleres de torneado y de viejas tablas de galeras; magna actividad exportadora, cuya continuidad parece ininterrumpida, a juzgar por el diario movimiento de contenedores, permisos de salida, licencias de exportación y hectolitros de soleras y de creams, lo que ha contribuido y lo sigue haciendo, no sólo a generar una importante fuente de riqueza, sino a algo más, a que estos vinos constituyan parte del patrimonio cultural de otras sociedades.

Todos: romanos, griegos, cartaginenses, tartesos, árabes, ingleses y franceses, han tenido, y aún tienen que ver, con los vinos de la Bética. Extensa, variada y sorprendente riqueza vitivinícola configurada por el complejo conjunto y conglomerado de culturas que se ha venido asentando en el territorio andaluz.

La BÉTICA, que si no hubiera sido por el único enemigo de su vid, la implacable filoxera, hoy contaría con el catálogo de variedades de vinífera más amplio de ninguna región del mundo: BEBA, BELLEDY, CAÑOCAZO, DORADILLA, FIRMISSIMA, GABRIELA, GARRIDO-FINO, JAEN BLANCO, LISTAN DE HUELVA, MOLLAR CANO, MOSCATEL DE ALEJANDRÍA, MOSCATEL MORISCO, PALOMINO FINO, PALOMINO DE JEREZ, PEDRO XIMENEZ, PERRUNO, ROME, TITILLA DE ROTA, ZALEMA....

La historia continua

Como contrapunto al inmerecido desconocimiento y escasa valoración de las tipologías clásicas (pedro ximénez, finos, manzanillas, olorosos, palos cortados, amontillados y otras) surgen hoy -no sin cierta reprobación de los puristas- una notabilísima aportación de vinificaciones convencionales, logradas en parte por la aplicación a las variedades tradicionales de métodos de elaboración generales y no tipológicos de los marcos andaluces y también por los rendimientos que consiguen obtenerse a otras variedades no autóctonas que actualmente conforman gran parte del viñedo andaluz.

La historia del vino pertenece al hombre y tanto el vino como el hombre se deben al mercado, ésta y no otra debe ser la premisa esencial de la que debe partirse a la hora de considerar el hecho incuestionable de la plantación de nuevas variedades y la consecuente aportación de tipos de vinos diferentes a los tradicionales y autóctonos.

Arrumbadores jerezanos

Todas las zonas de producción europeas, además de respetar y de seguir elaborando sus tipos tradicionales con sus variedades autóctonas, han decidido acertadamente aprovechar un viñedo experimentado y una cultura secular. Los elementos que conforman el marco cultural de las civilizaciones deben aprovechar la tradición y, conseguir, por encima de todo, aprovechar la historia,  pero teniendo en cuenta que el conjunto de elementos de la civilización se hace día a día, de cara al futuro, procurando no dogmatizar el pasado que, al final, sólo conseguiría restos históricos de civilizaciones.

Si los viñedos y las culturas de Andalucía han sido singulares aportadores de tipologías exclusivas y propias de sus marcos, la actual situación del mercado del vino y la ampliación de los mercados a los continentes no europeos, precisa compatibilizar la producción de vinos históricos con otras posibilidades. En este sentido, la historia y el mercado dan la razón a aquellas iniciativas de hace años que asumieron el riesgo de inversión en producciones de vinos no tipológicos,  aún con el peligro de que los nuevos ganasen a los históricos o, aun peor, de que ni las nuevas aportaciones consiguieran triunfar en el mercado.

Los ejemplos de los vinos de moscatel, palomino fino y pedro ximénez, elaborados por métodos convencionales y apartados del sistema de criaderas y soleras, constituyen un ejemplo positivo y favorable para las industrias y para los más críticos, demostrando que el que se pueda elaborar, comercializar y beber estos vinos con dichas variedades, es compatible con el mantenimiento de las tipologías clásicas; lo cual resulta beneficioso para todos: industria, mercado y consumidor.

Por otra parte, el extenso viñedo andaluz y las pretensiones de apertura de mercados, son un reto que merece la pena intentar con la aportación de variedades más generalizadas que las tradicionales de los propios marcos. Así, la Tintilla de Rota y la Moscatel de Chipiona pueden convivir con la Macabeo y la Colombard, y en un salto imaginativo aún de mayor riesgo, Moscateles, Palominos y Pedro Ximénez, Con Tempranillos, Syrahs, Cabernets Sauvignons, Garnachas y como no, con Merlots y Pinots Noirs. Ningún prejuicio puede detener al progreso y aún mucho menos en un país productor como España, en el que el vino constituye un ineludible elemento de cohesión social.

Pero dicho lo anterior, y aun siendo bienvenidas todas las aportaciones que contribuyan  a regenerar el pasado, tales avances culturales, mercantiles, vitícolas y enológicos no pueden suponer el enterramiento de los elementos culturales primigenios que han servido secularmente para permitir nuevas estructuras productivas.

Con este planteamiento integrador y amplio, ha de abordarse la presentación de los vinos del marco de Andalucía, con el merecido e imprescindible respeto a las tipologías clásicas. Porque finos, manzanillas, pedro ximénez, moscateles, palos cortados, amontillados, soleras y por supuesto creams, deben convivir con los nuevos inventos, sin que industria, comercio y sobre todo, consumo, confundan lo mercantil y la historia; al fin y al cabo, sin mercado la historia se interrumpe, pero sin el valor de lo histórico el presente no podrá asegurar el futuro.

Por eso, el arte de los vinos andaluces no está constituido sólo por la existencia de las excelsas y tradicionales tipologías, sino por la capacidad que, tanto la vid como el vino, las bodegas y sus gentes, poseen para conseguir que su historia no finalice. El conjunto de civilizaciones que constituye Andalucía es el mayor ejemplo de las casi infinitas posibilidades de futuro. ARTE DE BEBER, ARTE DE VIVIR.

TIERRAS ARDIENTES [1]

Los tipos históricos andaluces son imposibles de reproducir en otro medio natural, debido a los factores que intervienen consiguiendo su inigualable tipicidad. Suelo, clima, adaptación del varietal y levaduras de los marcos logran en estos casos unos resultados singulares e irreproducibles. Además de los factores biológicos intervienen otros de carácter cultural: tratamientos del suelo y del viñedo, métodos tradicionales y experimentados de elaboración y crianza, criterios sobre la utilización de vinos para un tipo u otro, etc.

El marco


Málaga

El ámbito de producción de las DD.OO. Málaga y Sierras de Málaga se extiende a lo largo de cinco zonas: Serranía de Ronda, ubicada a menos 750 metros de media sobre el nivel de mar; la Costa Occidental, situada al límite con la provincia de Cádiz; la zona Norte, que ocupa principalmente la altiplanicie de Antequera; la Axarquía, que es la más Oriental de la provincia y por último la llamada zona de los Montes, que constituye la cadena montañosa que rodea la ciudad de Málaga. La Denominación se extiende sobre viñedo inscrito en 62 municipios estando clasificadas para la producción de vinos de D.O. 1200 hectáreas.

Montilla-Moriles

La Denominación se extiende por gran parte del sur de la provincia de Córdoba. Los ríos Genil y Guadajoz limitan sus fronteras oriental y occidental, en tanto que el Guadalquivir, al norte, y las sierras de la Subbética, al sur, delimitan su contorno.  La zona de producción de los vinos protegidos por la Denominación está constituida por terrenos de los términos municipales de Montilla, Moriles, Doña Mencía, Montalbán, Monturque, Nueva Carteya y Puente Genil en su totalidad, y en parte los de Aguilar de la Frontera, Baena, Cabra, Castro del Río, Espejo, Fernán-Núñez, La Rambla, Lucena, Montemayor y Santaella. Dentro de la zona de producción se distingue la subzona de “Calidad Superior”, los alberos de la Sierra de Montilla y de Los Moriles Altos.

Jerez

Las DD. OO. Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, se constituyen en los términos municipales de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Chipiona, Trebujena, Rota, Puerto Real, Chiclana de la Frontera y determinados pagos de Lebrija (Sevilla). Dentro de la región de producción se distingue el llamado "Jerez Superior", zona integrada por los pagos de tierras albarizas de los términos municipales de Jerez, Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, así como algunos de Trebujena y, por otra parte, la denominada "Zona", integrada por los pagos de tierras de barros y arenas de los términos municipales de Chipiona, Trebujena, Rota, Puerto Real, Chiclana de la Frontera y Lebrija (Sevilla).


 El Clima

Málaga

El marco de producción cuenta con un clima mediterráneo en su zona costera y otro de influencia continental, caracterizado por heladas de menor a mayor intensidad, conforme el viñedo se extiende hacia el interior de la zona. Existen notables diferencias entre los climas de las zonas malagueñas: la Axarquía disfruta de un clima templado durante todo el año y de uno de los índices de precipitación más bajos de España; la Zona Norte se caracteriza por veranos muy calurosos y secos e inviernos fríos, con las precipitaciones más altas de la región que, por lo general, se producen entre los meses de noviembre y diciembre.

Montilla-Moriles

En  Montilla-Moriles, el clima es semicontinental con influencia mediterránea, con veranos cálidos, largos y secos, y con temperaturas máximas que con frecuencia superan los 40ºC. Los inviernos son cortos y fríos y las lluvias suelen producirse entre noviembre y abril. El mayor riesgo para el viñedo, como en toda Andalucía, es el calor estival. La notable sequedad favorece y asegura la práctica tradicional del asoleo, milagroso responsable de los inimitables pedros ximénez (P.X.)

Jerez

El clima del marco de Jerez corresponde al de una zona meridional cálida, con notable influencia Atlántica. El viento de poniente aporta a la vid la humedad marítima produciendo durante las madrugadas los rocíos o llamadas blanduras, lo cual contribuye a atenuar los rigores del calor veraniego y también el efecto de los cálidos vientos de levante. La región goza anualmente de casi 300 días de sol despejado e intensa luminosidad. El mes de septiembre suele ser seco, factor favorable para la maduración y sanidad de la uva. Un dato significativo y en gran parte ignorado, es que en el territorio presidido por la Sierra de Grazalema, el índice de pluviometría es similar al de Santiago de Compostela.


El suelo

Málaga

En la zona de producción de las D.D.O.O. Málaga y Sierra de Málaga, los viñedos comienzan al nivel del mar y ascienden lentamente hacia el interior. Los terrenos tienden a ser aluviales, con superficies de carbonato, aunque cerca de la costa la composición varía: arcilla, cuarzo y mica son algunos de sus componentes. Los viñedos malagueños se encuentran divididos en cinco subzonas: la Zona Norte, cuyos suelos son de arcilla ferruginosa, con una cierta cantidad de caliza; la Axarquía, de suelo de arena caliza; la Costa Occidental, cuyos viñedos están plantados en suelos pedregosos sobre colinas, a lo largo de la costa;  Los Montes, formada por suelos pizarrosos a gran altura sobre el nivel del mar, aunque muy próximos al Mediterráneo y Ronda, incorporada a la D.O  en el año 2000, que aporta los viñedos más altos de la provincia, situados 750 metros sobre el nivel del mar.

Montilla-Moriles

Los viñedos de Montilla-Moriles se extienden sobre un total de 12.000 hectáreas, entre los 125 y los 690 metros sobre el nivel del mar, de las cuales 10.082 están clasificadas dentro del ámbito de la Denominación, de las que 2.680 hectáreas pertenecen a la categoría llamada superior y se asientan sobre tierras albarizas. Las albarizas o alberos forman una corteza que cubre la superficie del viñedo, lo que ayuda a retener el agua durante los largos y calurosos meses de verano debido a sus singulares características de filtración. En el marco de Montilla-Moriles se encuentran también terrenos con alto contenido en sílice en los términos municipales de Montemayor y Puente Genil.

Jerez

El marco de Jerez presenta horizontes abiertos, suavemente ondulados, en los que hay que destacar la singularidad de su tierra blanca: la albariza. La albariza -una marga blanca y orgánica formada por la sedimentación de las aguas de un mar interior que cubría la comarca en el periodo Oligoceno- es rica en carbonato cálcico, arcilla y sílice, idónea para la producción de uvas aptas para la elaboración del jerez, debido a su un alto poder retentivo de la humedad, almacenando la lluvia caída en invierno para nutrir la cepa en los meses secos, y que, por su blancura (alba), consigue un efecto espejo al recibir la luz solar. Existen en el marco otras variedades de tierras también destinadas a la producción de vinos de Jerez, aunque en porcentajes menores, llamadas "barros" y "arenas". Tradicionalmente, los viticultores jerezanos dividen la zona de producción en "pagos", considerándose como tales a cada pequeña zona de viñas, con tierra y mesoclimas homogéneos, y delimitadas por accidentes topográficos. Algunos pagos famosos son los de Carrascal, Macharnudo, Añina, Balbaina, Los Tercios.

 

Variedades


Málaga

Dentro de la Denominación de Origen de Málaga se diferencian dos tipos de variedades, las variedades preferentes y las variedades aptas. Las variedades preferentes son: Moscatel de Alejandría, también llamada Moscatel de Málaga, predominante en la Costa Occidental, Montes y Axarquía donde alcanza altos niveles de calidad, se destaca por sus especiales características aromáticas y tiene triple aptitud: para vivificación, uva de mesa y pasificación; Moscatel Morisco, ubicada principalmente en la zona norte de la provincia, produce  vinos muy perfumados; Pedro Ximénez, la típica variedad de los Montes y de la Zona Norte de la Denominación de Origen. Entre las variedades aptas se encuentran: la Doradilla, autóctona de la zona, la Romé, otra  variedad autóctona y que se cultiva principalmente en la Axarquía; y la Lairén.

En la Denominación Sierras de Málaga existen también variedades preferentes de uva blanca, como la Moscatel de Alejandría, también llamada Moscatel de Málaga, variedad predominante en la Costa Occidental, Montes y Axarquía, que destaca por sus especiales características aromáticas; Moscatel Morisco, en la zona norte de la provincia, de la que se obtienen vinos muy perfumados; Pedro Ximénez.; Chardonnay; Macabeo y Cabernet Sauvignon. De uva negra encontramos Romé, Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah y  Tempranillo. Como variedades aptas en esta zona encontramos Doradilla y  Lairén (blancas) y Garnacha, Cabernet Fanc, Pinot Noir, Colombard y  Petit Verdot (negras).

Montilla-Moriles

En Montilla-Moriles, existen  cinco variedades representativas: Pedro Ximénez, variedad principal, Moscatel de grano pequeño, sensible al ataque de criptogramas, al entrenudo corto, a la sequía y que vegeta bien en suelos frescos y calcáreos; Airén, la uva blanca más cultivada en España, variedad rústica que soporta bien los climas extremos y la sequía, Baladí-Verdejo, sensible a la podredumbre y que proporciona vinos de baja graduación, y cortos de aroma; y Montepila que da vinos poco aromáticos y neutros.

Jerez

El Reglamento del Consejo Regulador de la D.O. Jerez, señala las siguientes variedades de viníferas aptas para la elaboración de sus vinos: Palomino, variedad que se ha ido extendiendo y hoy en día es la de mayor presencia en la elaboración de Jerez; Pedro Ximénez, que da vinos dulces de gran calidad, y aroma particular, para lo cual la uva se somete previamente al soleo; y Moscatel, variedad utilizada para la producción de los vinos de este nombre.


VINOS CON BUEN TIPO

Cada vino requiere una elaboración. Las elaboraciones de unos vinos pueden ser similares a las de otros o bien tratarse de vinificaciones específicas y propias de una determinada zona de producción. Las zonas andaluzas de Jerez, Málaga y Montilla-Moriles contribuyen a la edición, ya universal de tipos autóctonos: Lágrima, Moscatel, Pajarete, Fino, Amontillado, Palo Cortado, Oloroso y Pedro Ximénez y que, por su acreditada calidad, por su historia secular y por la notoriedad y universalidad de sus vinos, constituyen denominaciones de origen históricas.

“Criaderas y Soleras” 

Las peculiares características de los tipos de vinos se logran por la aplicación de su genuino sistema de crianza denominado de “Criaderas y Soleras”. Las criaderas son las botas, o barricas, en las que el vino se cría mediante procesos oxidativos o biológicos y las soleras, aquellas botas de las que finalmente se extrae el vino de mayor edad y que será el utilizado para embotellar

El resultado final de los distintos tipos de Jerez, aunque determinado por la evolución de los vinos y, en su consecuencia por el conjunto de factores biológicos, ha sido decidido por el hombre desde el inicio de las operaciones de vinificación, una vez producido el momento del deslío (separación del vino de los residuos sólidos o lías que sedimentan al fondo de los recipientes de fermentación por decantación) coincidiendo con los primeros fríos del invierno y finalizado el proceso de fermentación alcohólica. Debido a la decantación, determinadas partículas sólidas se van alojando en el fondo de los depósitos con lo que se consigue, mediante este natural fenómeno físico, la limpieza y transparencia de los vinos. En la parte superior del volumen vínico se inicia el desarrollo de la llamada flor o velo de levaduras. Precisamente por esta formación del llamado velo (velo-flor), la tradición vinícola del marco de Jerez  y la experiencia conseguida con el sistema de crianza al que se someten los vinos en las ciudades de Jerez, Puerto de Santamaría y Sanlúcar de Barrameda,  han conseguido consagrar su sistema de clasificación que inicialmente consiste en determinar qué vinos van a ser destinados a crianza bajo velo flor (biológica) y qué otros se clasificarán para crianza oxidativa. Los clasificados para crianza biológica son los finos y las manzanillas que parten de una graduación alcohólica natural de entre 11º  y 12º, a los que se le añade aguardiente de vino hasta alcanzar un grado alcohólico volumétrico adquirido del 15%. El resto de los vinos se destinan a crianza oxidativa y se les añade alcohol vínico hasta llegar a alcanzar 17º de alcohol volumétrico. La adición de alcohol vínico a los vinos se conoce con el nombre de encabezado. El diferente nivel de graduación alcohólica adquirida determinará el tipo de evolución que habrán de seguir los vinos en su fase de crianza. Los vinos destinados a crianza oxidativa desde el principio reciben el nombre genérico de olorosos; de éstos se parte para los distintos tipos de olorosos y el palo cortado. La crianza del Jerez se realiza en botas de roble americano de 600 litros de capacidad, que se llenan en sus 5/6 partes, dejando una cámara de aire de "dos puños" (uno encima de otro).

La crianza en Jerez

En las bodegas de crianza (ciudades de Jerez, Puerto de Santamaría y Sanlúcar de Barrameda), el vino descansa en botas según sus distintos grados de vejez. Las botas se alinean en hileras llamadas "andanas", de tres o cuatro alturas, cada una de las cuales constituye una escala. La hilera o escala más baja se llama "solera" (por estar próxima al suelo) y contienen el vino de más edad. Las botas en la escala inmediatamente superior, denominada "primera criadera", contienen un vino algo más joven; en las de la segunda criadera el vino es aún más joven; y así sucesivamente, hasta llegar a la última criadera.
El vino destinado al consumo se extrae siempre de las botas de la solera, mediante una
operación denominada "saca". En cada saca tan sólo se extrae una pequeña proporción del contenido de cada bota de la solera. Posteriormente, esa cantidad de vino extraída para el consumo, es reemplazada por la misma cantidad de vino de las botas de la segunda hilera (la primera criadera); a su vez, el vino extraído de la primera criadera se reemplaza con vino de la segunda criadera, y así sucesivamente, hasta llegar a la escala superior del sistema, donde se encuentran los vinos más jóvenes.

Esta operación se conoce en Jerez con el nombre de "corrida de escalas", y se suele realizar con unos utensilios llamados canoa y rociador, cuyo cometido consiste en que el vino entre en las botas poco a poco, como un rocío (“rociar”), con objeto de que la flor no se dañe. El sistema de crianza del vino de Jerez es pues dinámico, y se produce a través de un proceso en el que los vinos más jóvenes son metódicamente ensamblados con otros más criados, al objeto de que vayan paulatinamente adquiriendo las características conformadas tras años y años de soleraje.

El asoleo en Montilla-Moriles
El vino más característico del marco de Montilla-Moriles lo constituye el tipo llamado Pedro Ximénez. La variedad Pedro Ximénez es la variedad mayoritaria y autóctona de la denominación y constituye la variedad de mayor intervención en todo sus tipos de vinos, tanto los secos como los dulces; si bien la consecución de vinos dulces característicos de Montilla ha determinado que se conozcan con el nombre de Pedro Ximénez.

Cuando las uvas se encuentran en su punto óptimo de maduración se vendimian y  trasladan a las “paseras” en lugares amplios y soleados, donde tendrá lugar el “soleo”. Los racimos se colocan en el suelo esteras de esparto y se exponen al sol con el máximo cuidado para no romper los frutos. Los racimos se dan la vuelta con la llamada operación del “volteo”, de uno en uno y manualmente. Este proceso, propio de Montilla-Moriles, permite una pasificación  casi completa de la uva debido las condiciones climáticas de la región: temperaturas muy elevadas, noches secas, pocas lluvias y humedad muy baja; y que permiten que este fenómeno se registre de manera única en el mundo.

El asoleo en Málaga

El elaborador  de vinos de Málaga busca en la naturaleza una aliada extraordinaria. Para la obtención de vino dulce parcialmente fermentado y de vinos tiernos, se realiza el asoleo, tarea tradicional consistente en extender los racimos de uvas al sol en los denominados "paseros".  En la Axarquia, los paseros son pequeñas construcciones en pendiente, de 7 u 8 metros de longitud por casi 2 metros de ancho, orientados al mediodía para aprovechar al máximo el sol. En la Comarca Norte los racimos se extienden sobre esteras. Los racimos se remueven un a uno periódicamente para obtener una exposición solar uniforme, protegiéndose por la noche con una lona para evitar el rocío de la mañana. El tiempo de asoleo varía según el tipo de vino que se vaya a elaborar, llegando para el caso de los vinos tiernos hasta los 12 días, para obtener mostos de hasta 28º Bé. Es una práctica única que aporta al vino la dulzura necesaria para ser un buen Málaga.


 MARCO DE JEREZ


De crianza biológica o bajo velo-flor
Fino, de color pajizo o dorado pálido, aroma punzante y delicado (almendrado), seco y ligero al paladar, con crianza en flor, y con una graduación de entre 15º y 18º, criados en las bodegas de las ciudades de Jerez de la Frontera y del Puerto de Santa María.

Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda. Vino fino de color amarillo pajizo, aroma punzante, seco y ligero al paladar, con crianza en flor; su graduación alcohólica oscila entre 15º y 19º. De este tipo la manzanilla más ligera  es la llamada “manzanilla fina” y la de mayor crianza, que da un vino con más cuerpo y con algo más de oxidación, debido a una crianza más prolongada, se denomina “manzanilla pasada”, la menos comercial y la más sabrosa.

De crianza oxidativa
Oloroso. Inicialmente seco, de color ámbar a caoba, con aroma muy acusado como indica su nombre (nuez) y con mucho cuerpo y vinosidad, su graduación alcohólica se sitúa entre 17º y 22º.

Aunque es un vino inicialmente seco, existen varios tipos de olorosos según los contenidos de gramos de azúcar como consecuencia de la adición de vinos de Pedro Ximénez.

Palo Cortado, un vino de color caoba brillante, aroma avellanado, paladar seco, equilibrado, elegante y muy persistente que conjuga las suaves, delicadas y punzantes características del amontillado y el cuerpo y la nariz del oloroso, su graduación oscila entre los 17º y los 22º.

Crianza mixta (biológica y oxidativa)
Amontillado. De color ámbar, con aroma punzante atenuado (avellanado), suave y ligero al paladar y con una  graduación entre los 16º y los 22º. Se trata de un fino que ha ido perdiendo la protección del velo-flor, paulatinamente, y, en su consecuencia, deja la crianza llamada biológica y entra en una segunda fases de crianza oxidativa.

Vinos Dulces Naturales
Pedro Ximénez, un vino de color caoba oscuro, con profundos aromas de pasificación, suave y dulce a la boca pero pleno, vigoroso y con perfecto equilibrio, elaborado a partir de uvas Pedro Ximénez expuestas al sol para su pasificación.

Moscatel, vino de color caoba oscuro, elaborado exclusivamente con uvas de esta variedad, previamente expuestas al soleo para su pasificación, suave y muy dulce, con un aroma característico de la variedad.

Vinos de Licor
Debido a la demanda de mercados exteriores que precisaban vinos ligeros pero con determinado contenido de azúcar, se han ido incorporando al catálogo clásico de vinos de Jerez los siguientes:

Pale Cream.  De color amarillo pajizo, aroma punzante y delicado y sabor dulce, con una graduación de entre 15,5º a 22º (generalmente se parte de vinos finos). Se trata de un fino dulce.

Médium.  Un vino de color ámbar a caoba claro, de aroma atenuado y paladar ligeramente dulce, con una graduación alcohólica entre 15 y 22º.

Cream. Vino dulce, obtenido a partir del oloroso, de color caoba, de aroma intenso, paladar aterciopelado y mucho cuerpo, con una graduación situada entre 15,5º y 22º.

Vinos de Jerez con Vejez Calificada
 
La necesidad de regular jurídicamente determinadas joyas enológicas producidas y envejecidas en las bodegas del marco, cuya adquisición era muy restringida y en cuyo catálogo intervenían vinos de diferentes edades, el Consejo Regulador, al objeto de dotar a estos vinos de una certificación oficial que permita identificar su vejez y calidad extraordinaria, ha creado dos categorías especiales de Vinos de Jerez con Vejez Calificada: Vinos de más de 20 años o V.O.S. ("Vinum Optimum Signatum", es decir, Vino Seleccionado como Óptimo) y coincidente también con la expresión inglesa Very Old Sherry  y Vinos de más de 30 años; o V.O.R.S. ("Vinum Optimum Rare Signatum": Vino Seleccionado como Óptimo y Excepcional, siglas coincidentes también con la frase inglesa Very Old Rare Sherry).

MARCO DE MONTILLA-MORILES

De crianza biológica o bajo velo-flor
Fino. Color es amarillo, con tonalidades oliváceas algunos procedentes de vinos de la zona de Moriles ya muy hechos. Complejos, sutiles y delicados en nariz, muy aromáticos, apreciándose la levadura. Resultan punzantes y almendrados. En la boca resultan secos, amargosos y suaves al mismo tiempo, algo salinos y muy persistentes.

De crianza oxidativa
Oloroso. Inicialmente seco, de color ámbar a caoba, con aroma muy acusado como indica su nombre (nuez) y con mucho cuerpo y vinosidad, su graduación alcohólica se sitúa entre 17º y 22º.

Palo Cortado. Un vino generoso que tiene el color y la nariz del amontillado y la boca del oloroso.

De crianza mixta
Amontillado. El amontillado es el resultado de someter un buen fino a crianza oxidativa durante muchos años. El color del fino va oxidándose, lentamente, hasta llegar a maravillosos tonos ambarinos, amarillo-moreno; su aroma se avellana, se hace mucho más punzante que el del fino, aparecen tonos especiados, se llena de sutilezas que lo hacen ser un auténtico regalo para el aficionado. Sabroso y seco en la boca, persistente; los muy viejos suelen ser vinos de pañuelo, ideales para, incluso, perfumar.

Vinos de licor
Pedro Ximénez. Vino natural, dulce, de color rubí oscuro, que se obtiene soleando, casi hasta la pasificación, la uva del mismo nombre. Normalmente se somete a crianza, aumentando lentamente su color en las botas, color que pasa de ambarino a tonalidades casi azabache. Su contenido mínimo en azúcares es superior a los 272 gramos por litro.
Auténtica miel de uva, es un vino denso, cargado de agradables aromas varietales, con matices que recuerdan el café, el higo pasificado, el chocolate, el cacao, el dátil y, por supuesto, el olor característico de la uva pasificada que le da nombre.

Moscatel: Vino dulce natural elaborado con uva de esta variedad en su estado de madurez biológica o pasificada. La gama es tan amplia que va desde vinos jóvenes más o menos abocados hasta viejas soleras de color azabache, perfumados y complejos, con ciertos tonos amargos en boca que equilibran su dulzor.

Vinos Jóvenes
Elaborado como blanco tradicionalmente y, por tanto, sin el sistema de soleras y criaderas. Para su elaboración se utilizan las variedades Pedro Ximénez, Airén, Baladí-Verdejo, etc.,  vendimiadas cuando su contenido en azúcares ronda los 190 gramos por litro. La uva se selecciona meticulosamente y se elabora y fermenta con la más avanzada tecnología, obteniéndose así vinos pálidos, casi acuosos, transparentes y brillantes, frutosos a la nariz y secos, o ligeramente dulces, en la boca.

Otros tipos
Definidos en el vigente Reglamento de la Denominación de Origen, son vinos que por sus especiales características y variedades de las que proceden, alcanzan una graduación alcohólica natural adquirida mínima de 13º. El tiempo mínimo de envejecimiento en envases de roble es de un año. Los más comercializados son el pale dry, el medium, y los tipos pale cream y cream.

MARCO DE MÁLAGA Y SIERRAS DE MÁLAGA


Málaga
El Consejo Regulador clasifica los vinos de acuerdo con su edad, dando lugar a las denominaciones: Málaga, vinos con un envejecimiento de 6 a 24 meses; Málaga Noble, de 2 a 3 años; Málaga Transañejo, con un periodo de envejecimiento superior a 5 años; y Málaga Pálido, un vino procedente de una uva totalmente fermentada, y que puede ser vendido sin que sea sometido a envejecimiento.

Según la variedad empleada, Pedro Ximénez y Moscatel. Estos pueden ser dulces, semidulces, semisecos y secos, de mayor a menor contenidos de gramos de azúcar.

Según su color: Dorado o Golden, Rojo Dorado o Rot Gold, Oscuro o Brown,  Color y Negro o Dunkel.

Según su contenido en azúcar, encontramos Dulce Crema o Cream, Dry Pale o Pale Dry, Pale Cream y Sweet.

Sierras de Málaga

Estos vinos se clasifican en vinos blancos, tintos y rosados con diferente graduación alcohólica y por su envejecimiento en Crianza, Reserva y Gran Reserva.


[1] Datos facilitados por los Consejos Reguladores de las DD.OO de Jerez-Xérès-Sherry, Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, Montilla-Moriles, Málaga y Sierras de Málaga.
Publicado en la revista Terruños, revista de la Fundación para la Cultura del Vino ©

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