Todos los conocedores del vino, tienen
una asignatura pendiente con el palo cortado. Es un vino que se dice en peligro
de extinción, que no nace sino que se hace. Si se quiere averiguar si alguien sabe de vinos, se le pregunta:
¿sabes como se elabora el palo cortado?. Nadie pone en tela de juicio que es
uno de los mejores vinos que se hacen en el mundo, uno de los más particulares
y raros. Pero en el fondo ¿que sabemos sobre este vino?. Vamos a intentar
aclarar algunos aspectos –si se puede- sobre este mito.
Siempre
se le ha considerado como una “rareza” dentro de los vinos jerezanos. Un vino
al que se le considera como el hijo, que nace de una manera y se desarrolla de
otra. Ese factor de particularidad ha añadido a este vino una dosis de mito y
de complicación a sumar a la ya complicada terminología de los vinos del marco
y que con su marchamo de leyenda, ha hecho de él un bien muy codiciado por los
expertos, llevándolo a la categoría de “vino en peligro de extinción” o de “reliquia”.
Trabajadores de una bodega jerezana |
La tecnología al servicio del arte
Hay
que tener en cuenta que fue en Jerez donde se implantaron los primeros depósitos
de acero inoxidable para la fermentación y las técnicas más vanguardistas de
elaboración. Por lo tanto, actualmente, salvo contadas excepciones, los vinos
no se hacen sin la ayuda o intervención de un enólogo (capataz) que encamina el
mosto desde que fermenta hasta el redondeo final por las sendas que éste
decide. Cierto es que, sobre todo, en segundas clasificaciones de los mostos,
algunos toman caminos no previstos al comienzo y acaban siguiendo otros rumbos.
Tal vez esto quite algo de romanticismo o misterio a la elaboración de este
Jerez pero la tecnología con la que cuentan las bodegas actualmente y los
conocimientos adquiridos durante cientos de años, hacen cada vez más anecdótico
el azar.
Partiendo
de la base de que no existe una forma reglamentada de elaborar el palo cortado,
cada bodega nos va a contar una fórmula diferente de cómo consigue el suyo. Lo
primero que cabe decir, es que el palo cortado es un tipo de oloroso, aunque
haya podido tener una fase de crianza biológica, ya que ésta ha sido
relativamente corta y el período de crianza oxidativa ha sido notablemente
superior, con lo que los recuerdos de su fase bajo velo –esa nariz de
amontillado tan característica- son más lejanos que los de su vinosidad e
intensidad como oloroso. La nariz del amontillado es más vertical, más
punzante, la del palo cortado es más horizontal, más sutil. Para definir las
características de un palo cortado, me gusta poner el ejemplo de una persona
que nace en España y que a los cuatro años su familia se va a vivir a Estados
Unidos. Pasados 40 años, el niño/a en cuestión es americano de facto, pero
tendrá recuerdos, aunque lejanos, de su infancia en España. Pues al palo
cortado le pasa un poco igual, es un oloroso porque ha pasado gran parte de su
vida criado como tal pero conservará algún recuerdo de su etapa bajo velo flor.
La diferencia principal entre un amontillado y un palo cortado es que el
primero ha pasado -dicho como generalidad- la mitad de su vida en crianza biológica
bajo el velo flor y la otra mitad en crianza oxidativa, mientras que el
segundo, aun conservando olfativamente parte de su etapa bajo la flor, su nueva
vida la ejerce como un oloroso.
¿Que es un palo cortado?
Antes
de comenzar con el relato de cómo se obtiene un palo cortado, sería bueno
establecer lo que el Consejo Regulador define como tal: “es un vino de color
caoba brillante, aroma avellanado, paladar seco, equilibrado, elegante y muy
persistente. Conjuga las suaves, delicadas y punzantes características del
Amontillado y el cuerpo y la nariz del Oloroso. Su graduación oscila entre los
17º y los 22º”. Pues mal empezamos... porque eso de “paladar seco” es relativo,
porque muchos dirán que han probado un excelente Apóstoles de González Byass
con un toque dulce maravilloso y también de esta misma casa un palo cortado de
añada 1979 completamente seco. Habrá que decir que estos vinos, al ser criados
muchos años bien estáticamente, como con el sistema de criaderas y soleras,
adquieren cierto amargor que algunas casas lo suavizan con un pequeño
porcentaje de Pedro Ximenez.
La marca del Palo Cortado en la bota |
La
segunda duda vendría dada por la definición del CRDO sobre estos vinos, dice
que “tiene el cuerpo y la nariz de un oloroso”. Efectivamente, como hemos
explicado anteriormente, al pasar la mayor parte de su vida encabezado a 18º y criado como oloroso, lo más normal es
que en nariz recuerde más a estos que a amontillados. Aunque en una cata a
ciegas, hasta los propios expertos no consiguen diferenciar un oloroso muy
viejo de un palo cortado de las mismas características, porque ambos son tan
poderosos en todas sus fases, que las sutilezas y diferencias, sobre todo
olfativas, se han disuelto en el transcurrir de los años de larguísimas
crianzas. Con razón a estos vinos no se les define como “vinos de mesa” sino
como “vinos de alcoba” o “vinos de pañuelo”.
La obtención del palo cortado
Una
vez vendimiada la uva (palomino fino), se prensa. Generalmente se obtiene el 60
o 70% del mosto sin ejercer presión y el resto con una ligera y suave. De una
segunda yema o prensa se extraen mostos más estructurados, que van destinados a
olorosos.
Tras
la fermentación alcohólica de los mostos y la adicción de las levaduras autóctonas,
tanto para la fermentación como para el desarrollo de la flor, se obtiene el
mosto base. Se le hacen a éste las correcciones oportunas de acidez y se hace
la primera clasificación: tras el deslío (separación de las lías) los mostos más
limpios se destinan a finos o manzanillas y los que presentan más “gordura” van
a criarse como olorosos.
Por
lo tanto los primeros mostos, más finos y delicados (una vez encabezados con
alcohol vínico hasta 15º) se destinan a “sobretablas” en botas de 600 litros de
capacidad, que se llenan en sus 5/6 partes para que se desarrolle el velo flor.
Generalmente en la siguiente cosecha las botas de “sobretablas” no se suelen
vaciar del todo para que al añadir el siguiente vino del año críe con la misma
flor, al conservarse en la bota restos de las levaduras que actuaron
anteriormente.
Partiendo
de este vino de “sobretabla”, que se ha beneficiado de la acción de las
levaduras durante un período mínimo de un año, algunos, por causas de muy
diversa índole –desde el recipiente a cambios de temperatura, a uvas de pagos
muy específicos, a fluctuaciones del velo, etc-, siguen presentando finura en
nariz pero un cuerpo más rotundo. El capataz entonces aparta este vino y lo
encabeza con alcohol vínico en torno a 17º o 18º y se destina a las escalas de
palo cortado. En este momento traza con una tiza una raya horizontal que corta
a la anterior vertical (hecha para establecer que era fino) y se forma el símbolo
del palo cortado: un trazo en forma de cruz algo “tumbada”
Las tierras albarizas del Marco de Jerez |
También
habría una forma “ilegal” de obtener estos vinos y que a la mayoría de nosotros
se nos ha pasado por la cabeza esta idea: si tiene que tener la nariz delicada
y fina de un amontillado y el cuerpo, la redondez y la estructura de un oloroso
¿por qué no cabeceamos (mezclamos) un amontillado con un oloroso a ver qué
pasa?. Pues se obtendría un producto de similares características pero
fraudulento. Lo que conseguiríamos con este “proceso” es un vino “a medio
camino” tanto en nariz, como en boca a un palo cortado, pero sin la sutileza,
ni la grandeza de este. Podría ser algo parecido a lo del hipotético hijo de
Albert Einstein y Mae West ¿heredaría la belleza de la madre y la inteligencia
del padre?. No necesariamente. Si la cosa sale mal, puede que herede los
defectos de ambos al mismo tiempo. Probablemente alguna bodega tenga la tentación
de realizar esta práctica –no tengo constancia cierta- pero estaríamos ante una
tesitura similar a la de añadir virutas o “chips” de roble a los vinos tintos;
si no es comunicado al consumidor en la etiqueta y se vende como vino criado en
madera, es un fraude en toda regla.
Las auténticas rarezas: los palos
cortados de añada
Hay
un tercer método o sistema, -por supuesto, el anterior descrito no es una
sistema como tal- que, aunque esporádicamente, también “sucede” aunque es poco
frecuente: en todas las bodegas, una parte de los vinos que no han sido
destinados a crianza biológica, se crían por el sistema de “añadas”. Estos
vinos no pasan al sistema de escalas, sino que envejecen estáticamente,
corrigiendo las pérdidas por evaporación con otros vinos de similar entidad.
Siempre ha habido en las bodegas del Marco de Jerez esta tradición, aunque
siempre se reservaban estos increíbles vinos para el consumo privado de los
propietarios, para agasajar a algún invitado ilustre o para rociar las soleras
de los vinos muy exclusivos por las mermas.
El palo cortado de González Byass, una joya enológica. |
Algunos
de estos olorosos encerrados durante décadas en sus botas, por circunstancias a
veces incomprensibles, mostraban con el paso del tiempo una finura en nariz
poco frecuente para un oloroso. Tampoco era la nariz típica de una amontillado,
pero se asemejaba bastante. Estas joyas inclasificables y auténticas rarezas de
Jerez, El Puerto y Sanlúcar, son las que hoy en día han creado el mito del palo
cortado. Este si es un vino que no se “elabora” sino que “ocurre” y que tampoco
se sabe muy bien, aún hoy en día que el control analítico es exhaustivo, los
factores que intervienen en este increíble proceso, aunque se está investigando
y seguramente podremos llegar a conclusiones reveladoras en un periodo
relativamente breve de tiempo.
Para
finalizar, al igual que en el flamenco hay palos conocidos como “bulerías”, “fandangos”,
tangos” o “alegrías” hay otros menos conocidos como “cabales”, “alboreá”, “giliana”,
“jabera”, “levantica” “verdiales”... en el vino de Jerez también hay un “palo”
bastante desconocido que es el PALO CORTADO, autentica joya de la vinicultura
-con mayúsculas- mundial.
Alberto Coronado Martín
Gracias por compartir tus conocimientos
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